La mano es un órgano elegante y complicadísimo de estructura, que permite las manifestaciones intelectuales y establece relaciones especiales con el ambiente: el hombre, puede decirse, que “toma posesión del ambiente con sus manos” transformándolo con el auxilio de su inteligencia, cumpliendo su misión de esta manera, en el inmenso escenario del universo.
Sería lógico tomar en consideración (al querer examinar el desarrollo psíquico del niño) la iniciación de las dos expresiones del movimiento que podríamos llamar intelectuales: la aparición del lenguaje y el comienzo de la actividad de las manos que aspiran a realizar una labor.
¡Qué puede imaginarse de más sagrado y maravilloso que el “movimiento humano” desarrollado en el niño!
El primer avance de aquella mano pequeñísima hacia las cosas, el rasgo de aquel movimiento que representa el esfuerzo inmenso del ego para penetrar en el mundo, debería causar profundísima admiración en el adulto.
Así, queda pues, la mano al servicio de la inteligencia: estas son nuestras manos.
Alumnos/as de 2 años
Lo que la mano hace, la mente lo recuerda.
María Montessori